21 al 28 de Septiembre de 2022

Salas de Circa

Omar Henry

 

La obra constructivista de Omar Henry asume una irrestricta condición de síntesis. Cuerpo de ideas cimentado en la lectura y la comprensión  de los maestros de ese primer conceptualismo de Joaquín Torres García, del racionalismo de Raúl Loza o Alfredo Hlito, como imagen de un  purismo concreto absolutamente moderno, entendiendo la modernidad como conquista de una  razón pura. Sintaxis impecable. Lo que se ve sobre la superficie del lienzo resulta de una idea que se aplica, con gesto artesanal de orfebre, al mínimo toque que uno a uno sumará el todo. Todo de abisal sensación de nada, de un trabajo racional de resta. La hondura de sus cuadros tiene una cualidad no literaria, sí filosófica.

La obra de arte quizá sea una sinfonía para ser ejecutada por muchos instrumentos.

Los bajos como sostén son el oficio. Años de maduración de la mano que hace respondiendo a la voluntad de una mente.

Metales que son las cosas – o en este caso el vacío liminal que  habitan estos  lienzos.

Teclados que dan el ritmo, ese color que se conjuga como el verbo para lograr que  cada obra sea un perfecto acorde  de sonido cromático.

La percusión es el acento, el toque necesario que erige el ritmo. Se trata de  texturas y unas sobre otras. Transparencia y yuxtaposición.

Será el violín el que entra en el último compás, el que integre la melodía toda y entonces olvidamos que estamos ante una tela pintada abriéndose  para nosotros el ser de un artista, que sobre el lienzo que alguna vez fue blanco, construye esos mínimos/ máximos universos posibles/imposibles.

Hay en esta serie de obras constructivas, la austera mensura del haiku.

En un mundo de abalorios, de fuegos de artificio, de vanidad, la obra de José Omar Henry se erige como  fundamental como un ejercicio de resistencia, como un llamado a despertar.

Susana Pérez Tort
Dra.en Humanidades y Artes

Rosario septiembre de 2022